Hola, como buena gallega que soy, me encantan los mejillones, ¡gallegos, por supuesto! y además tienen un gran valor nutritivo y se prestan a variedad de recetas en la cocina.
Me encanta ir a Lorbé, en La Coruña, un pueblo pesquero desde donde se ven las bateas en el mar y hay muchos restaurantes dedicados a preparar de distintas maneras estos moluscos.
Pero hoy, la receta que os traigo no es gallega, sino belga, y os voy a explicar el por qué. Ya hace muchos años en Madrid, íbamos a un restaurante a comer los mejillones así preparados y me encantaban, hace poco los redescubrí en un bar que frecuentamos en la Coruña. Allí los sirven de tapa acompañados de las típicas patatas fritas belgas. ¡Buenísimos! Así que los he interpretado "a mi manera" y aquí os dejo la receta a ver que os parece.
Ingredientes:
- 1 Kg. de mejillones
- 1 cebolla picada
- 2 ramas de apio troceadas (tallos y hojas)
- 1 ramita de perejil
- 1 vaso de vino blanco
- 2 cucharadas de mantequilla
- 4 o 5 patatas
- aceite de girasol para freír las patatas
Se lavan bien los mejillones, se quitan las barbas y se rascan con un cuchillo.
Se cortan la cebolla y el apio y picamos el perejil.
En una cazuela (yo usé mi cocotte Staub) se echa la mantequilla y se pone a fuego medio-bajo. Cuando se derrita se agregan la cebolla y el apio y se rehogan hasta que estén blandos. A continuación añadimos el vino blanco, subimos el fuego y echamos los mejillones y el perejíl. Dejamos cocer unos 10 minutos agitando la cazuela.
La peculiaridad de las patatas fritas estilo belga es su doble fritura. Se fríen primero a baja temperatura para que estén blandas, se retiran del fuego y se escurren. Se dejan reposar unos 10 minutos para luego volverlas a freir con el aceite muy caliente para que se doren y queden crujientes por fuera.
Se sirven los mejillones en la cazuela acompañados de las patatas fritas.
Bon appétit!
E.G. para Entre ollas anda el fuego
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