ROSQUILLAS DE ANÍS

Lo primero y ante todo:

¡¡¡FELIZ AÑO A TOD@S!!!

Queremos empezar el año endulzándoos un poquito más la vida, de una forma sencilla y con una de esas recetas de toda la vida: las rosquillas de anís. A mi me apasionan, y como son tan fáciles de hacer, cada vez que no tengo propósito de enmienda, las hago y me pego un gran homenaje, acompañándolas con un cafetito o un vaso de leche fría.

Como siempre, existen infinidad de variaciones sobre el mismo tema y rosquillas hay para todos los gustos, de diferente consistencia, distintos baños y glaseados, etc. pero a mí estas en concreto me gustan por su sencillez y sabor.

¡Espero que os apetezca la merendola!

ROSQUILLAS DE ANÍS

- 1 bol de mezclar

- 1 huevo

- 4 cucharadas de aceite de girasol

- 4 cucharadas de leche fría

- 6 cucharadas de azúcar

- 2 cucharadas de licor de anís, o unas gotitas de esencia de anís (*), o una cucharadita de anís en grano.

(*) si optáis por la esencia de anís, tened cuidado en no echar mucho; es muy fuerte, y si os pasáis, las rosquillas tendrán un sabor metálico nada aconsejable (lo digo por experiencia)

- 1 cucharadita de levadura en polvo

- ½ kg de harina aproximadamente

- Azúcar glass

Bate un poco el huevo en el bol e incorpora el aceite, la leche y el anís. Mézclalo todo bien. Añade y mezcla el azúcar y la levadura. Ve añadiendo la harina poco a poco, hasta que la masa adquiera una consistencia tipo plastilina que puedas moldear. Forma ahora rollitos como de un dedo de espesor y enróllalos, pegándolos en sus extremos para dar la forma a las rosquillas. Colócalas sobre un papel de horno o de aluminio en una bandeja del horno y hornéalas a horno medio hasta que estén doradas. Luego espolvoréalas con el azúcar glass y déjalas enfriar antes de servir.



Aunque parezcan calamares a la romana, son las rosquillas antes de ir al horno




Después de salir del horno y espolvoreadas ya de azúcar glass



... y ya frías y listas para comer

Bon appétit!

M.G. para Entre ollas anda el fuego